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El mundo de los trabajadores mediáticos no debe asustarse frente a la noticia de que la agencia estatal Xinhua, de China, haya contratado a un robot-periodista.
Kuaibi Xiaoxi es el reportero mecánico-electrónico que desde este segundo fin de semana de noviembre de 2015 empezó a escribir artículos y a publicarlos.
El invento se llama “Pluma Rápida” (¿algo así como “Toro Sentado”?) y, según sus creadores, para hacer periodismo el robot no tiene ninguna intención humana.
Kuaibi entró en la plantilla (¿con salario mensual?) y ha entrado en la plantilla de la agencia después de un período de prueba en el que redactó noticias deportivas y de negocios.
Es capaz de escribir en inglés y mandarín, lo que le da cierta ventaja sobre los periodistas humanos, pues realiza con precisión y exactitud lo que hoy se denomina “periodismo de datos” o, según el maestro Miguel Ángel Bastenier, “periodismo con datos”.
La agencia de noticias Xinhua, la más poderosa de China (de carácter estatal, como todos los medios en ese país) es el segundo medio que utiliza ese tipo de robots. El primero fue el periódico digital Tencent.
Algunos periodistas chinos han expresado preocupación porque, dicen, aquellos robots podrían quitarles sus empleados.
Pero, ¿cómo? ¿De qué estamos hablando?
¿De un robot-periodista con sentimientos, ideas, voluntad, discernimiento y capacidad de decisiones propias o un robot.-periodista programado para grabar y transcribir datos y declaraciones?
¿Un robot-periodista que tenga transparencia, ética, equilibrio, profundidad, contextualización y rigor profesional o que solo se capaz de recoger (grabar) cifras, datos, estadísticas y declaraciones?
No, nada de robots. A los que somos solo periodistas, es decir, seres humanos, ninguna de las maravillas o herramientas que invente la tecnología nos librará de buscar la excelencia y la mayor verdad posible.
Porque está claro que el elemento que solo dejará en pie a medios y periodistas en el largo futuro es cumplir un deber fundamental: mantenernos conectados con el público y satisfacer sus demandas informativas.
En el fondo, como dice el gran escritor y periodista estadounidense Gay Talese, nuestro deber fundamental es mantener vivo el periodismo haciéndolos desde nuestros sentimientos y nuestra capacidad de obligarnos a ser veraces, plurales, exactos.
Porque robots-periodistas ha habido siempre.
Por ejemplo, aquellos que en la prensa tradicional, para no perder el trabajo, teníamos que escribir, sin chistar palabra, lo que nos ordenaban los patrones o los capataces.
O aquellos que ahora, auspiciados por ONGs de origen oscuro, por oficinas que responden a la CIA y por transnacionales políticas, y también sin chistar palabra, escriben blogs desde la visión de sus nuevos patrones y sus nuevos capataces.
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