Por Rubén Darío Buitrón
Pudiera parecer que los zares de las redes sociales, en especial de Facebook, a veces se enredan en cosas tan simples como decidir si es necesario seguir exclusivamente con el “like” cuando gusta algo o si el término es confuso.
Por eso es importante decirlo: el like o “me gusta” no es tan simple como parece.
Se sabe que con cada inocente “like” que damos a un texto o a una fotografía o a un meme o a una frase, Facebook -una de las empresas más ricas del mundo- gana tres centavos de dólar.
¿Imaginan ustedes cuánto dinero recibe Facebook cada día, desde todas partes del mundo, con los cientos de millones de ingenuos (cambiemos el término) “likes” que damos?
Te preguntarás cuál es el negocio de los “likes” y la respuesta es fácil: Facebook va acumulando todos tus “likes” y, a través de la información que obtiene con ellos configura tu personalidad, tus gustos, tus preferencias, tus ilusiones, tus aspiraciones y tus sueños. Con ellos arma tu perfil y podría, si fuera del caso, incluso realizar un identikit de tu rostro o de tu cuerpo.
Esa data la vende Facebook a miles de poderosas empresas que necesitan la información para conocer qué tipo de productos deben fabricar, a qué clase de público deben dirigirse, cómo explotar industrialmente los datos personales sobre qué música, qué película, qué autor están de moda y cuál es la tendencia social que se impone en el mundo…
Así que el dilema de la empresa Facebook no es cualquier cosa. Es un dilema que puede darle muchísimo más dinero o que puede hacerle bajar su alta cotización en la bolsa de Nueva York, porque si tienes la opción de elegir entre “like” o “don’t like” puedes estar decidiendo hacia dónde va la economía mundial.
Y no solo la economía mundial, sino la tuya y la de tu familia…
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