Por Rubén Darío Buitrón**

Uno de los más graves problemas que tenemos los periodistas es que estamos obligados -por presión externa y por decisión propia- a seguir lo que dicen los códigos, los manuales, los libros de texto, los expertos, los jefes, los editores más antiguos, los directores, los docentes, los tips, los consejos, los formatos, las maneras de, las técnicas para, las fórmulas con las cuales…

Esas son varias de los razones que explican los motivos por los cuales el periodismo informativo se encuentra estancado, enredado en sus propios discursos, modelos y retóricas que cada vez más van quedándose en el pasado, acusados por sí mismos de propagar «fake news» o de diseminar «posverdades» que integran un conjunto de narrativas ligeras, sesgadas, totalmente alejadas del equilibrio, el pluralismo y la libertad de expresión.

¿Qué hacer para renovar o reinventar el periodismo del siglo XXI? La centuria ya lleva 20 vertiginosos años de vida y los medios y periodistas creen que están haciendo periodismo contemporáneo por el hecho de usar (malusar, en algunos casos) las redes sociales y las herramientas digitales.

Lo que parece que no alcanzamos a comprender la mayoría de medios y de periodistas es que no es suficiente el hecho de que tengamos la capacidad de dominar las herramientas digitales (convirtiéndolas en elementos para hacer prensa ligth), sino distribuir contenidos de calidad que, primero, informen con verosimilitud y contextualización adecuadas y, segundo, que sean útiles para el público, en especial con la difusión de hechos importantes para construir sociedad y mucho menos la propagación de hechos interesantes.

Por eso, siguiendo la filosofía del gran maestro del periodismo, el polaco Rizjard Kapuscinski, lo que toca es renovar el discurso, reinventar la teoría, reestructurar los sistemas editoriales, rearmar las salas de redacción, encontrar nuevos modelos ya no verticales, sino horizontales y democráticos, para refrescar las maneras de debatir los temas del día y de involucrar, en lo más profundo, a todos los estamentos de un medio para construir líneas editoriales y argumentales distintas, sorprendentes, nuevas y empáticas con la gente.

En otras palabras, decidámonos a construir antimanuales para hacer nuevo periodismo o para rehacer el periodismo.

Dejemos atrás todo lo que nos han enseñado. Dejemos atrás todo lo que suponemos (o nos hacen creer) que es la última palabra. Dejemos atrás lo que nos imponen, en especial las camisas de fuerza del periodismo obsoleto que, lamentablemente, seguimos haciendo en el día a día.

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**Rubén Darío Buitrón, escritor y periodista, es director-fundador del portal digital loscronistas.org